LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

viernes, 8 de marzo de 2019

CONSUELO

Cuando mi consuelo es fruto de aflicción ajena, mísero soy. (Anónimo)

La vida está llena de tropiezos y cuando caemos, el dolor físico y/o mental son amedrentadores de ánimo que requieren de consuelo para aliviar el dolor de nuestras heridas.

El consuelo es una expresión más del amor, cuando se da, y de desprecio, cuando se niega.

Hay pocos ungüentos que alivian tanto el dolor como el consuelo, cuando es ofrecido con amor.

El consuelo profesional puede aliviar temporalmente pero el único consuelo que perdura es aquel que pudiendo ser torpe técnicamente es justo de corazón.

Todos necesitamos consuelo y consolar, es más, a veces nos consolamos dando consuelo a los demás porque obedecemos a Jesús cuando nos dice ama a tu prójimo como a ti mismo. Las fuerzas del bien no se nutren de los demás, los alimentan con amor.

Cuando uno pretende recibir a cambio de dar, nunca consigue ser consolador, porque el verdadero amor no espera nada a cambio.

El consuelo se escenifica de forma perfecta con una madre abrazando a su hijo que llora desesperadamente porque se ha enfrentado a una gran decepción. De mayor eso ya no toca, somos adultos y buscar consuelo es de débiles. El problema es que si no sabemos buscar consuelo, aparte del hecho que no lo encontraremos tampoco seremos capaces de darlo a los demás y eso es de miserables.

El consuelo nos invita a la humildad de sentirse necesitado, y lo estamos todos, por mucho que pretendamos lo contrario. Nos incita a ser dadores más receptores. Nos instiga a ser sencillos para ser fuertes y fuertes para compartir nuestra dinámica.

El orgullo nos aleja del consuelo, del nuestro y del de los demás. Por desgracia es una situación muy común negar nuestro lenitivo a los enfermos del alma o del corazón, tal vez sea por estamos más enfermos que ellos y no somos conscientes.

Y quién mejor que Jesús para conocer nuestra necesidad de consuelo. Tal fue su amor por nosotros que nos obsequio con el Espíritu Santo, el CONSOLADOR supremo. Expresión divina de la necesidad infinita que tenemos de Él. Nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida y nos guía a cada paso que damos.

Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. (Juan 16:7)
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, 4 el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. (2 Corintios 1:3-4)
35 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. (Lucas 6:35)


Que Dios os bendiga, Alfons <><

Primera edición del libro electrónico con 1 año de reflexiones, versículos e ilustraciones de Manuel Redondo, a la venta en Amazon:
http://www.amazon.com/dp/B00D7IM000


http://www.facebook.com/UnDiaUnaReflexionUnVersiculo
http://un-dia-una-reflexion-un-versiculo.blogspot.com/
http://undiaunareflexionunversiculo.wordpress.com/

Església Evangèlica La Gràcia de Déu

Ciutat de Balaguer, 40, Barcelona

No hay comentarios:

Publicar un comentario