LA CREACIÓN

LA CREACIÓN
DIOS CREA, EL HOMBRE TRANSFORMA

lunes, 18 de julio de 2016

EL NIÑO DE LA ÚLTIMA FILA

Cuando empezó el curso escolar, el último niño en entrar en la clase se sentó en el último banco de la última fila mientras todos los demás pugnaban por situarse en las primeras posiciones.

Cuando la profesora preguntaba era el último en contestar y solo lo hacía si los demás no habían sabido responder o si la maestra le preguntaba.

En el patio no solía jugar con los demás, pues no le invitaban a sus partidas ya que no había nunca querido participar a los ritos de iniciación de las pandillas que pretendían imitar a sus mayores. El leía y leía y no dejaba de leer. Se reían de él pero el solo prestaba atención a sus lecturas.

¿Era solitario? No, cuando algún niño era marginado por los demás, él se hacía su compañero y le devolvía su alegría y seguridad en sí mismo. Cuando a algún niño lo atacaban en el patio, él lo defendía y ayudaba a resistir. Llegó a medio curso un niño en silla de ruedas que se puso también en la última fila marginado por los demás y el niño de la última fila se hizo compañero de instrucción e integración suyo. Con el paso de los días, semanas y meses el niño de la última fila se fue ganando aquel respeto que le fue denegado en su principio pues todos y cada uno de sus compañeros precisaron de su ayuda en algún momento. Y el continuaba leyendo y leyendo en el patio.

Ante tal realidad los jefes de las pandillas buscaron una forma de integrarlo y someterlo al grupo para controlarlo mejor y le propusieron ser él el jefe de su propia banda, con sumos privilegios, evidentemente supeditada a la comunidad pandillera. Pero el rehusó la propuesta con respeto y deferencia hacia sus compañeros y les dijo que estaba a gusto tal y como estaba y que no necesitaba más de lo que ya tenía.

Los maestros, atónitos ante tal comportamiento observaron que con el paso del curso el patio fue cambiando y las pandillas debilitándose hasta tal punto que al final del año solo los jefes se reunían pero sin seguidores. Los niños en el patio volvían a ser niños y jugaban a juegos de niños y reían y lloraban como niños olvidándose por completo sus deseos de madurez anticipada. Algunos incluso adoptaron el hábito de lectura y se agrupaban con el niño de la última fila.

Ante tal cambio el niño de la última fila continuaba con su afición a la lectura. Una de las maestras que lo había estado observando durante todo el curso se acercó y le preguntó:

- Me he dado cuenta de que estás leyendo el mismo libro desde el principio del curso, debe ser muy interesante, ¿no?

- Lo es – le contestó educadamente el niño de la última fila

- ¿Y cómo se titula?

- La Biblia

La maestra fue sorprendida por la respuesta y queriendo volver a dominar la conversación le preguntó:

- Pero no entenderás todo lo que dice ¿no?, eres todavía muy joven para ello.

- No es necesario comprender todo, es necesario leerla para que aquello que debamos comprender en su momento nos sea entendible. Por ello hay que leerla toda nuestra vida para que Dios nos hable a través de su palabra a lo largo de ella.

La maestra desconcertada por una respuesta tan madura se quedó sin palabras, confusa y turbada. No entendía como aquella mirada dulce y cargada de ingenuidad podía acarrear tal madurez. El niño continuó hablando:

- Usted también puede escuchar al Padre, solo tiene que quererlo y leer la Palabra.

Eso fue demasiado para la maestra, un niño dándole consejos, se giró y volvió con los demás maestros, ofuscada todo ella.

Aquel día al final de la hora de patio cuando volvieron a clase, el niño de la última fila no estaba. Los maestros, la dirección de la escuela lo buscaron pero no lo encontraron. Es más no encontraron ningún dossier sobre el niño de la última fila, no tenía padres ni familia identificada por el colegio. Aquello fue un misterio que dejó huella pues el patio había sido transformado por aquel que nunca quiso ser el primero de la fila pero que sirvió a los demás en la sombra mejor que los titulados al protagonismo.

La diferencia entre servir y servirse está en seguir el ejemplo de Jesús.

25 Entonces Jesús, llamándolos, dijo:

—Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. 26 Pero entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; 28 como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos. (Mateo 20: 25-28)

Que Dios os bendiga, Alfons <><

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