Cuando el cielo está negro y lo traspasa un rayo de sol, las tinieblas se
rinden a la luz y nuestra mirada cambia.
Hoy es un día de alegría.
En los prados quemados por el fuego desolador siempre florece una amapola
que anuncia el renacimiento de la vida.
Hoy es un día de alegría.
En lo más alto de las cumbres borrascosas dominadas por un silencio
sepulcral el grito del águila imperial reconforta.
Hoy es un día de alegría.
Contrariamente a lo que uno piensa, un día de alegría no es un día alegre,
es un día del que sabemos sacar el grano de la paja y hacer que nuestras
penas sean motivo para renacer en gozo.
Cada día nuevo que vemos es un regalo más de Dios. Puede ser el último, el
penúltimo o el siguiente de un largo camino pero sobre todo es un obsequio
que debemos disfrutar con agradecimiento y humildad de corazón.
La alegría de vivir está en la sencillez de nuestra mirada, cuanto más
fruncimos los ojos menos dejamos pasar la luz que ilumina nuestra alma.
Que las arrugas de nuestra cara sean testigos de nuestras risas y no de
nuestros llantos porque de nada sirve lamentarse cuando....hoy es un día de
alegría.
No hay placer que no pida crédito
No hay pena que no ofrezca rédito
Siempre es mejor ser acreedor que arrendatario, y más si es de nuestras
alegrías, y más si nuestro fiador es el Señor.
La alegría nace de nuestro corazón, el placer de nuestra carne. No dejemos
que la carne amordace el corazón.
"10 Los que amáis a Jehová, aborreced el mal; El guarda las almas de sus
santos; De mano de los impíos los libra. 11 Luz está sembrada para el justo,
y alegría para los rectos de corazón. 12 Alegraos, justos, en Jehová,y
alabad la memoria de su santidad." Salmo 97:10-12
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