Quién busca una ley universal humana está intentando poner límites al
infinito.
Nuestras leyes son como el mecanismo de un reloj, por muy preciso que sea
nunca da la hora exacta.
Si quieres amaestrar el oro no se lo entregues a un alfarero, dáselo al
orfebre porque cada materia a su maestro se rinde.
Si quieres una ley universal no esperes respuesta del hombre, busca a Dios,
no te olvides de que uno no puede dar aquello que no tiene o no entiende.
La ley universal de los hombres es quimera de barro que cede al primer
enviste de la justicia divina.
El hombre no es hacedor de leyes mas sí dador de ellas cuando en Jesucristo
se encomienda.
La ley universal existe, es la Palabra de Dios.
"11 Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano
y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas
a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. 12 Uno solo es el dador de
la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a
otro? No os gloriéis del día de mañana" Santiago 4:11-12
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