Hay sentimientos que causan un dolor profundo en nuestro corazón. La vergüenza es uno de ellos, si es propia y sentida nos humilla y rebaja el orgullo, si es ajena y sufrida nos duele por aquel que la fomenta.
Es bueno sentir vergüenza por nuestros errores, el remordimiento siempre empieza por concienciarnos de lo que hacemos o de lo que somos.
El orgulloso no siente vergüenza como una piedra no siente dolor pero hasta las piedras acaban vencidas por el viento y el agua y en polvo fenecen, eso sí, si un rayo no las destroza antes de tiempo.
El humilde es trabajado por la vergüenza como la vasija por el alfarero, para bien sus manos moldean el barro de nuestras iniquidades y las transforman en objeto de buen uso.
La vergüenza dignifica lo que la vanidad empobrece, el que seamos conscientes de como actuamos y asumamos nuestra condición sin benevolencia ni conmiseración porque no hay peor que aquel que se apiada de sí mismo para no ver sus propias vergüenzas.
La vergüenza es como el dolor, si lo sientes es una advertencia que evita
males mayores, si no lo sientes hace que te destruyas a ti mismo sin darte cuenta.
La respuesta a la vergüenza es el remordimiento y la reparación de lo
cometido. Hay que disculparse para ser perdonado y resarcir sus errores para ser restaurado.
No dejes nunca una causa de vergüenza sin respuesta porque carga la mochila del peregrino con peso de plomo e impide su caminar en senda de santidad.
Si causas vergüenza discúlpate y repara, si es ajena ayuda a quien la causa para que se percate de su dolo y ayúdalo a subsanar el mal causado.
La vergüenza solo deja indiferente a quien destruye y refuerza a quien construye.
Aquel que se olvida rápidamente de sus vergüenzas volverá a recaer en ellas como el que se olvida de ser puntual volverá a llegar tarde, pero ¿qué será de él si la cita es con Dios?
"26 Sean avergonzados y confundidos a una los que de mi mal se alegran;
Vístanse de vergüenza y de confusión los que se engrandecen contra mí. 27
Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa, y digan siempre:
Sea exaltado Jehová, que ama la paz de su siervo. 28 Y mi lengua hablará de tu justicia y de tu alabanza todo el día." Salmo 35:26-28
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